Se dice
que los sabios de la región murmuran que desde tiempos antiguos, la ciudad
zapoteca de Monte Albán es la puerta al cielo en donde se ocultan los rayos del
sol, la luna y las estrellas.
Estas
riquezas naturales argumentan, se convierten en polvo de oro que ilumina el camino de los
oaxaqueños, dotándolos de sensibilidad y destreza esta última para crear piezas
de joyería de gran belleza.
Oro de
Monte Albán se formó hace 54 años y desde entonces ha tenido como finalidad mostrar al mundo lo que sus antepasados
mixtecos-zapotecos crearon para halagar y venerar a sus deidades, no por el
valor del oro, sino como una expresión de devoción y respeto.
Una de las colecciones más admiradas y que se ha preservado en el tiempo es la prehispánica que guarda el mismo principio de creación que las joyas encontradas en "La Tumba Número 7" de esa zona histórica.
Y que se logra a través del proceso de vaciado a la cera perdida que hace de cada pieza de esta colección una obra digna de admiración.
Actualmente
el trabajo de los artesanos oaxaqueños ha dejado huella, destacando continuamente
como un arte tradicional.
Cuentan también con líneas de filigrana, colonial, de Autor (que incluye propuestas de
diseñadores nacionales) y las piezas creadas por la reconocida Ileana Rojas.
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